A las 01:23 am del 26 de abril de 1986 explotó el reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl, entonces en la Unión Soviética y hoy en Ucrania. Durante 10 días el combustible nuclear ardió sin control y expandió sus partículas radioactivas por tres cuartas partes del continente europeo, principalmente por Rusia, Bielorrusia y Ucrania.
De urgencia se construyó un sarcófago que debía durar 30 años pero que ya en 1999 tuvo que ser reforzado y necesitó más reparaciones en 2001, 2005 y 2006. Su construcción llevó 206 días, se usaron 7.300 toneladas de metal y 400.000 metros cúbicos de cemento. Unas 90.000 personas trabajaron a destajo, muchas murieron poco después o desarrollaron enfermedades oncológicas.
El gobierno ucraniano inauguró hoy la mayor construcción metálica del planeta, un gigantesco nuevo sarcófago que cubre el reactor accidentado y debe impedir, por un siglo, que la radiación se escape al exterior mientras se intenta desmantelar el reactor.
Esta mañana se procedió a la última operación, el traslado sobre raíles del mastodonte de metal desde el terreno donde se construyó –a 330 metros de su posición final-. “Muchos dudaron, muchos no creyeron, pero lo hemos hecho”, dijo satisfecho el presidente ucraniano Petro Poroshenko.
La construcción ha costado 1.426 millones de euros, principalmente financiados por el Banco Europeo de Inversiones y los gobiernos europeos ante la imposibilidad de Ucrania para hacer frente a semejante gasto y el riesgo de Chernobyl para todo el continente. La Comisión Europea pagó casi un tercio de la construcción.
El sarcófago tiene forma de arco y mide 108 metros de alto y 162 de largo con un arco de 275 metros, suficiente para cubrir por ejemplo un gran estadio de fútbol. Pesa 36.000 toneladas y fue construido por el consorcio Novarka, bajo cuyo paraguas aparecen las empresas francesas BTP Vinci y Bouygues. Las placas metálicas que forman el arco se construyeron en Italia.
El nuevo sarcófago está diseñado para soportar incendios o tornados, terremotos de hasta 6 grados aunque la zona no es especialmente sísmica y temperaturas continuadas desde -40 a +40 grados.
El objetivo del sarcófago, que empezó a diseñarse en 1992 y a construirse en 2012 –sólo en descontaminar el terreno sobre el que se construiría llevó más de dos años-, es contener la radiación en su interior –tiene una doble capa de metal con una cámara de aire entre las dos- y ya está preparado para comenzar a desmantelar el reactor, aunque todavía no hay presupuesto para ello.
La cámara de aire lleva un sistema de ventilación para impedir que se humidifique y que las partículas radioactivas escapen al exterior.
En el interior se construyeron varios puentes rodantes de 100 metros de largo –desarrollados en Estados Unidos- para facilitar en el futuro las labores de desmantelamiento del reactor, que podrían empezar dentro de un año si la puesta en marcha del sarcófago va según los planes previstos. Esos puentes se controlan desde el exterior por control remoto y deberían servir para que robots empiecen a cortar los trozos más grandes del reactor accidentado.
El sarcófago se completa con habitáculos blindados con plomo para proteger las instalaciones eléctricas y a todo el equipo técnico que puede verse afectado por la radiación.
Más de 10.000 personas han trabajado en su construcción en períodos no superiores a dos semanas para no estar expuestas a cantidades peligrosas de radiación. Se retiraron 55.000 metros cúbicos de materiales contaminados y se cubrió todo el terreno con una capa de cemento de 30 centímetros sobre la cual se construyó el sarcófago.